Estimados Padres y Apoderados:

Les expreso mi alegría por ingresar al Colegio Inmaculada Concepción de Puerto Varas. Una institución educativa, creada el año 1906, que es parte de la historia de la ciudad, creada sólo seis años después de su fundación. Nos hemos encontrado con una comunidad acogedora, con un perfil de alumnos afectivos, alegres y con un claro sentido de pertenencia. 

Los docentes y asistentes de Educación que acompañan, día a día, a sus hijos hacen suyo el proyecto educativo buscando la excelencia valórica y académica para la vida de los estudiantes en un ambiente inclusivo y de diversidad; desafío que asumen con profesionalismo y seriedad, iluminados por una fuerte vocación y formación católica.  

Desde el colegio continuamos la formación que ustedes realizan en sus casas, para lo cual es importante recordar que los primeros educadores son los padres y nosotros los apoyamos, completando lo iniciado por ustedes. Creemos en la pedagogía de los afectos, pues desde la emocionalidad podemos instalar los aprendizajes necesarios que necesitan sus hijos para enfrentarse en forma efectiva y con las competencias adecuadas, a la sociedad desafiante a la que se van a insertar. Por esta razón, tenemos que trabajar unidos para que el sueño proyectado en la visión institucional y que habla de promoción de competencias, autonomía, pensamiento crítico y respeto a la diversidad se visualice en un hijo-alumno egresado y feliz. 

Los argumentos anteriores fortalecen la tesis que dice que en este hermoso proceso formativo debemos estar juntos. Estamos insertos en una sociedad que no respeta a nadie y todo se denota y ofende. Los invitamos, como profesor y director, a fortalecer nuestra comunidad desde el respeto mutuo, porque ambos, padres y docentes, queremos lo mejor para sus hijos. Una comunidad educativa tiene que tener solucionada esta premisa.   

Llegamos al colegio en un año muy especial, cuando se celebran los doscientos años del natalicio de la beata Paulina Von Mallinckrodt. Una fecha que no quisimos dejar pasar y para recordar la obra de nuestra fundadora se formó una comisión que organizó diversas actividades, que van a ir conociendo a lo largo del año, y que les presentaremos oportunamente.  

Tenemos altas expectativas para el colegio, nuestra institución tiene que ser referente pedagógico en la ciudad, para lograr esta meta, durante el 2017, estaremos trabajando en la planificación estratégica que será nuestra carta de  navegación en los próximos años. Para ello contamos con el apoyo del directorio de la Fundación Católica de Puerto Montt, que preside Monseñor Caro; del Centro General de Padres Y Apoderados que dirige la señora Sara Andrade; del Centro de Alumnos dirigido por la alumna Antonia Gádicke y de todos los funcionarios del establecimiento educacional. 

Durante el año, nuestra principal tarea será conocer a los alumnos, docentes, asistentes, padres y apoderados. En este tiempo conversaremos con ustedes para conocer las motivaciones de esta importante comunidad. De esta forma, iremos compartiendo los sellos educativos de nuestro PEI: Formación Católica centrada en Jesucristo, Excelencia Académica, Formación de personas autónomas con pensamiento crítico, Respeto a la diversidad y Trabajo Colaborativo. Todo esto para consolidar la mejor educación para sus hijos.

 

Atte.

 

Faustino Villagra Santana

Director

colegio Inmaculada Concepción

Puerto Varas

EDUCAR PARA EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

Dirijo mi saludo afectuoso a toda la comunidad educativa del colegio Inmaculada Concepción Puerto Varas, y especialmente a la cuarta generación de alumnos  egresados de 4° medio el 2015, deseándoles que les vaya bien en esta nueva etapa de su vida y que caminen siempre en presencia del Señor.

El  título de este saludo “Educar para el cuidado de la casa común” está basado en la Encíclica Laudato Si´  del Papa Francisco (24 de mayo, 2015). Allí nos plantea la necesidad de educar para una alianza entre la humanidad y el ambiente, ya que “los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y algunos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos” (n. 209). Una educación integral  debe ayudar a desarrollar hábitos  en “los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios” (n. 210). No basta la información ni las normas sino que se requiere interiorizarlas a través de motivaciones adecuadas, de una transformación personal y del cultivo de sólidas virtudes personales y sociales.  Dice el Papa que “es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida” (n. 211). Para esto se requiere “educadores capaces de replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica (integral), de manera que ayuden efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasión” (n. 210). En síntesis, “una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida” (n. 213).

Junto al colegio –y antes que él- está la familia. Esta “es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada  contra los múltiples ataques  a que está expuesta (p.e. mentalidad antinatalista, aborto, eutanasia, manipulación de embriones) y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida” (S. Juan Pablo II, C.A., 39. Citada por Laudato Si´, n. 213). En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y de cuidado por la vida, de oración y de trabajo/estudio, de pedir permiso, dar gracias y pedir perdón. “Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea” ( L.S., n. 213).

El   Año Santo o Jubileo extraordinario de la Misericordia a que nos ha convocado al Papa Francisco (8 diciembre 2015 hasta el 20 de noviembre de 2016)  es un kairós, es decir, un tiempo especial de gracias y bendiciones para quienes se abran a la renovación espiritual y social del Jubileo. Pienso que la temática y las actividades del Año Santo pueden ser una gran motivación para desarrollar esa educación ambiental e integral  en los cuatro niveles de que hablábamos más arriba. Por ejemplo, el Área de formación, orientación y pastoral del colegio  debe impulsar una mística que anime a la comunidad escolar, unos móviles interiores que  impulsen, motiven, alienten y den sentido a la acción personal y comunitaria (cf. E.G., 261, cit. por Laudato Si´, n.216). El centro de todo es Jesucristo, rostro humano de la misericordia de Dios, a quien encontramos en su Palabra y sus sacramentos (eucaristía y reconciliación), en las peregrinaciones a los templos  jubilares para obtener la Indulgencia plenaria y en las obras de misericordia espirituales y corporales. Estas obras de misericordia son una gran ayuda para desarrollar hábitos,  a través de pequeñas acciones diarias de cuidado del prójimo y de la creación,  y a la vez son el fruto de ese encuentro con el Dios de la misericordia. De allí el lema del Año jubilar: “misericordiosos como el Padre”.

Así pues, tenemos una gran promesa y un gran desafío para el año 2016. Les invito a mirar a los que son modelo de un nuevo estilo de vida, como son la Virgen Inmaculada, san José y la beata Paulina von Mallinckrodt.  Deseo a toda la comunidad escolar- cuerpo directivo, docentes, asistentes de la educación, alumnos, padres de familia y apoderados  - las bendiciones del Señor y la compañía de su Madre para este Año Santo.

 

 

Cristián Caro Cordero               
Arzobispo de Puerto Montt
Presidente Fundación de Educación Católica